En los últimos tiempos se escucha hablar de hiperactividad en los
menores o de niños hiperactivos con relativa frecuencia.
El bombardeo de
información al respecto, en opinión de la psicóloga infantil, Catalina
Bríñez, del Centro Médico USP Fuengirola, puede desorientar a los padres
y confundirlos, haciéndoles pensar que su hijo o hija puede sufrir TDAH
(Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) cuando no es así y
simplemente nos encontramos con un niño inquieto. Con objeto de aclarar
estas dudas Centro Médico USP Fuengirola puso en marcha recientemente
el Taller Divulgativo “¿Es mi hijo hiperactivo?”
El
TDAH corresponde a un desorden específico del desarrollo que se observa
tanto en niños como en adultos. Comprende déficits en la inhibición de
la conducta, en la atención sostenida, en la resistencia a la
distracción, y en la regulación del nivel de actividad. Bríñez fija
entre los 3 y los 6 años el momento en el desarrollo del niño en el que
manifiesta los primeros síntomas del TDAH. A veces puede retrasarse en
su aparición aunque no más de los 13 años de edad.
De entre los síntomas que pueden alertarnos de que nos encontramos ante un niño hiperactivo, Bríñez destaca los siguientes:
1.
Dificultad en el control de impulsos o en la capacidad para posponer la
gratificación: Les cuesta detenerse y pensar antes de actuar así como
esperar su turno en los juegos: Interrumpen y responden rápidamente, les
cuesta mantener la atención en una sola tarea, prefieren tener una
recompensa inmediata y no esperar un poco más por una mayor
gratificación.
2. Exceso de actividad irrelevante respecto a la
tarea que desempeña o a la demanda de la situación: Continuo y excesivo
movimiento en actividades que no se requiere para terminar la tarea:
mover los pies y/o las piernas, mecerse, golpear suavemente alguna cosa,
en los niños más pequeños se puede observar que corren o saltan cuando
deben por ejemplo realizar un dibujo.
3. Pobre atención sostenida.
Se observa principalmente ante tareas que les pueden parecer aburridas o
tediosas, entonces cambian de una actividad a otra sin terminarla o
abandonan la tarea si se les interrumpe inesperadamente.
Junto a
estos tres síntomas principales relacionados con el TDAH. Nuestra
experta en Psicología Infantil apunta también estas otras señales de
alarma:
a) Dificultad para recordar el hacer cosas o memoria de
trabajo: Las personas con TDAH pueden ser descritas como olvidadizas o
que no realizan previsiones.
b) Desarrollo retrasado del lenguaje
interno (la voz de la mente): El lenguaje con nosotros mismos nos
permite la reflexión y la autorregulación.
c) Dificultades con la
regulación de emociones, motivación y excitación: Aunque las emociones
que experimentan son apropiadas, parecen ser menos capaces de
"internalizar" sus sentimientos, de mantenerlos para si mismos, y cuando
lo hacen, de moderarlos como otros lo harían. Por ello, parecen ser más
reactivos con sus sentimientos, impetuosos, irritables y se pueden
frustrar con facilidad. Esta dificultad de motivación intrínseca los
hace parecer frecuentemente sin falta de voluntad o autodisciplina.
d)
Disminución en la habilidad para solucionar problemas, la flexibilidad,
y la consecución de metas a largo plazo: perciben los obstáculos más
grandes y difíciles de superar y por ello abandonan la meta con
facilidad. Pueden parecer menos flexibles para cambiar de estrategia o
para desarrollar una tarea; desisten rápidamente al no ver el resultado.
e)
Mayor variabilidad de lo normal en la ejecución de tareas: Pueden
presentar grandes oscilaciones en la calidad, cantidad y rapidez con la
que ejecutan una actividad. Un día pueden realizarla con rapidez y
calidad y al otro todo lo contrario.
Por lo que respecta a las
causas que pueden provocar un TDAH, tras investigaciones empíricas, se
puede afirmar, según explica Catalina Bríñez, que el TDAH tiene un
componente biológico de base.
“Se ha comprobado que hay varios
genes comprometidos en la transmisión del TDAH, en especial los que
están involucrados con los receptores de la Dopamina. El promedio
estimado en el que el TDAH se hereda es de aproximadamente un 80%.”,
sostiene nuestra experta.
En aquellos casos en los que la herencia
no parece ser un factor, se han detectado las siguientes posibles
causas que pueden contribuir al desarrollo futuro del trastorno:
- Dificultades diversas durante el embarazo
- La exposición prenatal al alcohol o al humo del tabaco
- Niveles excesivamente altos de plomo en el cuerpo
- Daño postnatal en las regiones prefrontales del cerebro
También
es importante mencionar que el ambiente es un factor que puede
desencadenar o exacerbar comportamientos relacionados con el TDAH, o
ayudar a modularlos.
Otros factores como la cultura, el estilo de
crianza y el modelo pedagógico de la institución educativa donde se
encuentren los niños, puede influir en ver los comportamientos de
inquietud o hiperactividad con mayor o menor gravedad.
Por lo que
respecta al tratamiento, Catalina Bríñez explica que no se ha encontrado
todavía ningún tratamiento que "cure" este desorden. “Sin embargo,
existen tratamientos que ayudan a controlar los síntomas con un alto
grado de efectividad. Lo que mejor resultado genera es una intervención
multicomponente que incluye el uso de medicamentos y la intervención
psicológica que incluye varias técnicas de modificación de conducta,
entrenamientos a los padres en pautas de crianza y estrategias
psicopedagógicas en el aula escolar”, continua nuestra experta.
Por
último, Bríñez insiste en que es muy importante valorar el área
emocional de los niños y adolescentes que presenten el TDAH, ya que en
muchos casos se presenta confluencia con otros trastornos como depresión
o ansiedad cuyos síntomas en la infancia y la adolescencia se pueden
confundir con TDAH. Por ello la evaluación y realización de un adecuado
diagnóstico diferencial es clave para obtener buenos resultados en el
tratamiento.
Vía Noticiasmédicas | Catalina Bríñez (psicóloga)
drjruiz | catalinabriñez
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